viernes, 31 de julio de 2009

Bakkagerdi - Myvatn. 31 Julio 2009

Dettifoss
Hace un día gris pero no llueve. Hemos pasado un par de días aquí en Bakkagerdi en los que hemos podido descansar del coche. Llega el momento de dejar este fiordo. Me ha parecido un lugar extraño lleno de esa paz que dan los lugares por los que el tiempo no pasa. Este es un sitio al que podría uno retirarse por una temporadita para leer y escribir. Invita al recogimiento.

Toca organizar, rehacer el equipaje y cargar el coche. Antes de marcharnos Sorana hace fotos con Tania en el jardín de la casa que esta llena de rocas y minerales de muchos colores.
El dueño de la casa ha debido de ir reuniendo las piezas a lo largo de los años y ha construido una serie de monigotes muy simpáticos con piedras pegadas unas a otras. Entre las rocas y minerales hay algunas buen deshabitadas as piezas muy bonitas e interesantes.

Nada más dejar la casa y tomar la carretera nos topamos con la ya típica familia solitaria de ovejas que se pasea sobre la calzada. Es el un día si y el otro también de conducir en este lugar.
Para salir de Bakkagerdi debemos volver por la misma carretera por la que llegamos hace unos días porque el pueblo es un "fin del mundo", después de Bakkagerdi no hay "nada", a parte claro está de grandes extensiones de tierras y salvajes que se resisten al hombre y que a nosotros nos fascinan.

En los primeros kilómetros bordeamos la costa y podemos divisar el mar desde las alturas de un acantilado. En el fondo en una pequeña bahía se han agrupado multitud de aves marinas que descansan sobre el agua. ¡Que fría tiene que estar! Pasamos el collado de vuelta a la inmensa llanura costera. Desde aquí arriba la vista sobre la llanura es preciosa. El sol ha aparecido iluminando el suelo pero quedan algunas nubes cuya silueta está bien marcada en el suelo por sus sombras dando un aspecto aun más hermoso si cabe a esta panorama. La llanura es multicolor, inmensa, desierta y con lagos y charcas. Por un lado termina en el mar que ahora tiene un color azul turquesa. Cualquiera diría que estamos tan al norte.

Después de hacer multitud de fotos bajamos y atravesamos la llanura. Vemos cisnes en alguna charcas al borde de la carretera. Nuestro camino nos lleva de nuevo a Egilsstadir donde hace unos días compramos las chaquetas y desde allí tomamos caminos todavía desconocidos en dirección al lago Myvatn que es donde deberemos dormir esta noche y las dos siguientes.

Nuestra ruta nos lleva por un valle sorprendente. Lo bautizo como "el valle de las cascadas" porque durante un buen puñado de kilómetros se suceden multitud de cascadas a nuestra derecha. Todas son muy grandes y hay tantas que enseguida pierdes la cuenta y te olvidas de ellas después de decir "otra, otra, otra, otra ..." durante un buen rato. Un lugar así seria un espectáculo en cualquier país pero aquí en Islandia no pasa de ser simplemente algo curioso.

Dejamos el valle de las cascadas y comenzamos la larga travesía de una inmensa llanura de cenizas volcánicas. Las nubes están muy bajas y de vez en cuando vemos conos volcánicos cuyas cimas tocan las nubes. Un panel nos indica del peligro de los renos en libertad que deambulan por estas tierras aunque no vemos ninguno. Llueve un poco mientras conducimos a través de este lugar. El gris nos pesa un peco en el ánimo. Nos hubiera gustado un cielo azul un un horizonte despejado.

Abandonamos la carretera principal cerca una granja para tomar una pista de graba hacia Dettifoss, la cascada más grande de Islandia. La pista nos parece mejor de lo que nos había advertido Rakel unos días antes. Después de unos treinta kilómetros llegamos al lugar. Hay muchos coches aquí. Vestimos a la niñas para protegerlas del viento y caminamos hacia el ruido y la nube que forma la cascada.

Es impresionante con letras mayúsculas. El estampido, la fuerza, la furia del agua que se acerca hacia el abismo es algo estremecedor. Es una inmensa manada de caballos desbocados golpeando los rocas con sus cascos que te hace estremecer. La caída es algo inexplicable. Produce vértigo y excitación. Es una explosión que no acaba nunca. Jamás habíamos visto nada igual. Pasamos unos minutos junto al agua intentando comprender lo que tenemos delante de nuestros ojos pero es tan grande que no cabe en la cabeza. Esta visión dejará huella en nuestras cabezas por mucho tiempo. Tania está como loca y no deja de escalar y saltar entre las rocas. No quiere irse de aquí.
Detalle de Namaskard

De vuelta al coche no dejamos de hablar de lo que hemos visto. Retomamos la pista de vuelta sobre nuestros pasos en dirección a la N1 pero antes de llegar a la carretera paramos en una granja-salón de té y probamos la trata de frutas casera. El salón de té es un simple habitación de la granja que han arreglado para acoger a los turistas y poder completar lo que dan las ovejas con unas cuantas coronas más. Cada mesa es diferente en tamaño, forma y color de mantel. También las hay varios tipos de sillas lo que refuerza el aire de improvisación. La tarta de frutas está buena y el café esta hecho en la cocina de la granja. No hay barra ni nada que se le parezca. Aquí estamos cerca de la Islandia profunda pero no es fácil conversar con estas gentes. Parecen muy reservadas.

De vuelta a la nacional uno conducimos los últimos kilómetros que nos quedan hasta Myvatn pero nos paramos ya muy cerca de nuestro destino para observar unas marmitas de barro en ebullición y pequeños cráteres donde salen fumarolas sulfurosas a presión. Este lugar se llama Namaskard. Paseamos entre las diferentes marmitas y fumarolas sin alejarnos mucho del coche donde Diana duerme plácidamente. Algunas zonas están acordonadas porque el suelo está tan caliente que es peligroso caminar por encima. Supongo que se te pueden fundir las suelas de los zapatos. Tania y yo exploramos y subimos hasta la cima de una montaña desde donde tenemos vista panorámica. La subida es muy empinada pero Tania está muy pero que muy motivada. Mientras ascendemos podemos observar que toda la zona esta llena de fumarolas. Desde la cima vemos el lago Myvatn en la cara opuesta de la que llegamos. Es muy hermoso.


De vuelta al coche nos acercamos rápidamente hasta el lago pero pasamos antes junto un pequeño lago artificial con aguas cargadas de minerales disueltos. Su color es azul turquesa muy muy marcado y de él sale vapor lo que indica que debe estar caliente. Del otro lado de la carretera se ven un pequeño cráter y unos metros detrás un edificio moderno aislado que debe ser el balneario. Nuestros plan es volver aquí por la "noche" después de instalarnos y comer.


Nos cuesta un poco encontrar el lugar que tenemos reservado para dormir. Es un camping en el que tenemos reservado un bungalow. Se puede decir que hemos dormido en lugares mejores pero no nos vamos a quejar. Hay una cocina y un comedor común. Sorana cocina y nos instalamos para comer junto a la ventana.

Da pereza volver a coger el coche para ir al balneario pero nos decimos que no vamos a venir hasta aquí todos las semanas, con lo que nos forzamos a ir. No nos arrepentimos. El lugar está lleno de turistas extranjeros. Desde luego los Islandeses no son mayoría. El agua es como leche azul claro. Con una textura un poco aceitosa pero no pegajosa. Caliente, a veces ardiente. Es muy relajante estar aquí dentro después de una jornada un poco larga tan tarde pero aún de día con estas luz tan especial. Terminamos el día al aire libre dentro de la piscina viendo al horizonte una puesta de sol interminable.
Cráter humeante y lago Myvatn

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