Para los islandeses, la definición de un día de buen tiempo es "un día sin viento". El día se ha levantado con un viento fortísimo. No llueve, está cubierto pero el viento sopla fuerte y sin descanso.

Limpiamos la cabaña. Hago fotos a Diana y Tania junto a la vertebra de ballena fósil que el guardián guarda en su porche. Dejamos el refugio tarde después de cargar el coche con todo el equipaje porque esta vez no volveremos. Esta noche dormimos en el refugio de Sveinstirdur.
...

Ha sido un día muy especial. Al principio tomamos el camino del día anterior a Lanmannalaugar. Paramos antes de llegar en un gran crater de color rojo y con un lago en su interior Rudarkál.
Después seguimos nuestro camino. Paramos a comer a 2km de Landmannalaugar y aquí tenemos nuestro primer encuentro serio con las pequeñas moscas molestas que, según parece, son tan comunes en estas latitudes. Por el momento es lo único que no me ha gustado del viaje, a parte del precio.


Las inmensas explanadas de cenizas, las coladas, los cráteres y las montañas verdes con manchas de nieve blanca elevándose sobre planicies negras me han vuelto a sorprender como ayer. Seguimos nuestro camino por pistas menos transitadas.


Tenemos nuestro primer encuentro con grandes "extensiones" de musgo fluorescente cubierto con enormes diamantes de agua cristalina que parecen gotas de mercurio transparente. El día avanza entre foto y foto como una interminable sucesión de paisajes espectaculares.

Al llegar a un río sin puente, como todos en esta región, Rakel propone a Tania que pase al volante. Sentada en sus rodillas atraviesa conduciendo el enorme 4x4 Ford. Tania está encantada y excitada y pide poder atravesar todos los ríos como conductora. Rakel deja que atraviese una buena parte de ellos sentada en sus rodillas mientras Tania disfruta al máximo.
En un momento soy yo quien pasa al volante pero Sorana está muy estresada y lo dejo rápidamente.

En mitad de la jornada dejamos las pistas principales por otras mucho menos transitadas. Nuestra guía nunca ha pasado por esta parte del trayecto y nos guiamos en buena medida con el GPS. Estamos realmente en mitad de ninguna parte.

Lo único que nos ata a la civilización son las tenues huellas de vehículos que pasaron por aquí antes, pero en muchos tramos son casi inexistentes. En soledad vamos atravesando las zonas más impresionantes, los sitios que mas me han cautivado en toda mi vida. En cierto momento llegamos a un lugar de entre los muchos lugares hermosos que han ido desfilando ante nuestros ojos. Una llanura inmensa llena de cenizas y arenas volcánicas coloreada del gris al negra, sin vegetación, sin apenas traza del paso de vehículos solamente las suaves ondulaciones del terreno y la tenue huella del viento. Algo inmenso de grande e inmensamente salvaje e inmensamente solitario. Nos bajamos del coche a estirar las piernas. Me pongo a correr con Tania alejándome del vehículo y mas tarde a "sautiller" con mi niña de la mano y cantando una canción improvisada.

On est les premiers
qui ont soutillé
sur la lune
Hemos bautizado esta enorme extensión de paz, salvaje y hermosa soledad con el nombre de "La Luna". Es un lugar mágico. Su nombre real parece ser Faxasunt. Alejándonos del coche a pie y divisandolo en la distancia nos hacemos una idea más real de las gigantesca extensión de los lugares por los que pasamos. Nuestra guía no conoce estos parajes y podemos ver que ella misma disfruta de cada momento.

Seguimos nuestro camino hasta que después de mucho avanzar zigzagueando entre montañas, atravesando pasos de montaña y rios llegamos hasta nuestro destino: Sveinstirdur. La cabaña es muy pequeña y no está guardada. Solo hay un grupo de seis personas. Un guía canadiense con cinco clientes británicos y canadienses que no me caen demasiado bien excepto uno de ellos que parece más mayor y que se interesa por hacer cucamonas a Diana mientras charla conmigo de sus tres nietos incluido uno con un mes menos que Diana. Antes de acostar a Diana le damos un medicamento contra le estreñimiento y llora bastante con lo que nuestros seis compañeros de dormitorio tiemblan de miedo ante la expectativa de una noche de pesadilla con un bebé gritando en el refugio. Yo casi me muero de risa al verles la cara.
Me acuesto cansado sabiendo que he estado seguramente en los lugares más conmovedores de mi vida (hasta ahora).

¡Otro día de buen tiempo sin lluvia!
Noche en Sveinstirdur.
NOTA: Los mosquitos van al punto más alto. Si levantas la mano te dejan la cara tranquila.
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