viernes, 17 de julio de 2009

Reykjavik - Rjúpnavellir/Hekla. 17 Julio 2009

Hacemos el equipaje. Nos preparamos para partir con un guía durante una semana hacia las tierras del interior. Vamos solo nosotros cuatro y el guía.

Recibo una llamada en mi móvil. Es la guía. Una mujer simpática al teléfono que me confirma que llega entre 9:30 y 10:00h - con un coche muy grande, muy, muy grande - me dice.
Sorpresa impresionante al ver el coche que trae Rakel [se lee Rákel] nuestra guía.
Buscamos una silla de bebé para Diana. Paramos para revisar y finalmente reparamos un neumático en un taller por el camino. Leemos Harry Potter  y el  El Orden del Fénix mientras esperamos que se acabe la reparación. Nos lo tomamos con filosofía. Enfadarse no arregla el coche. La sonrisa no se nos va de la cara.

Paramos a comer en una zona de acampada junto a la carretera.
Salimos del asfalto un par de kilómetros para ver la preciosa cascada Hjálparfoss en mitad de un campo de lava. "La lava del Cerdo" lo llaman aquí.

Vemos fuentes calientes por muchos sitios desde la carretera. Visitamos una casa donde una fuente caliente surgió en el dormitorio de una niña y la familia tuvo que mudarse.
Pasamos junto a una central eléctrica que funciona con turbinas movidas por el vapor caliente surgido de la tierra.

Conducimos a través de campos de lava y ceniza inmensa atravesados de vez en cuando por ríos bravos. Pasamos junto a la montaña Ingólfsjall que es conocida como la montaña de Ingólfur Arnarson que si he comprendido bien es el primero que se instaló en Islandia. Un vikingo loco, creo yo.

Dejamos la carretera para tomar una sucesión de pistas a través de fantásticas extensiones de cenizas volcánicas y piedra pómez que se suceden y se intercalan con impresionantes campos de lava hasta que llegamos a la falda del volcán Hekla. Este volcán esta activo. Entra en erupción aproximadamente cada 10 años. La última en el 2000, hace mas de 9 años y medio. ¡ Upss!
Hekla está cubierto por un casquete glaciar.

Paramos el coche en las faldas de Hekla y con Diana a la espalda y Tania de la mano, subimos un pequeño cráter con sombrero rojo intenso, Raudaskál [en islandés no se escribe con "d" sino con una letra mezcla de "d" y "t"]. Desde arriba se divisan perfectamente los ríos de lava y las llanuras de cenizas y piedra pómez. Los colores y las texturas son fascinantes. Junto a nosotros quedan neveros de la nieve acumulada durante el inverno.

Volvemos sobre nuestros pasos con el coche y llegamos a una cabaña cinco estrellas donde vamos a dormir dos noches. La cabaña es nuestra, de nosotros cuatro. La guía duerme en una de las otras dos cabañas que se encuentran a unos ciento cincuenta metros de aquí. Un rió de aguas bravas pasa a cien metros de la cabaña. No hemos visto ninguna cabaña, excepto estas tres, desde que dejamos la carretera asfaltada pero nos hemos cruzado con otros vehículos 4x4 y algún autobús.

Nuestra guía Rakel es simpática y mucho. Cae muy bien a Tania. Nos cuenta historias y leyendas de Islandia. ¡A Tania le encantó saber que aquí hay trece Papa Noeles!

Ha hecho un día esplendido. Sin lluvia. Sin viento.



1 comentario:

  1. Hola solidodemente!

    Mi familia también es una enamorada de Islandia, estuvimos en 2008 y este verano vamos repetir.¿Me podrías informar sobre estas cabañas de las que hablas en tu diario?

    Saludos
    mjsanz

    ResponderEliminar