Como de costumbre nos levantamos tarde. Desayunamos, cargamos equipaje y conducimos muy poco hasta parar en un supermercado donde compramos provisiones para el camino. Seguimos la N1 hasta la famosa cascada de Seljalendsfoss con el obligado ritual del turista de pasar por detrás. Tania y yo primero. Sorana después.
Continuamos. El casquete glaciar de Myrdalsjökull nos observa altivo una vez más desde sus alturas. Hace dos o tres días lo bordeábamos con Rakel en el interior de las tierras.
Llegamos a la cascada de Skógafoss. Una vez más, cuando ya creíamos que habíamos visto todas las formas de cascadas imaginables, la naturaleza nos vuelve a sorprender. Me encanta.
Picnic con vistas a este espectáculo junto a una pareja de ciclo turistas que vienen del Pirineo aragonés. Super simpáticos y amigables.
Nos salimos del camino para acercarnos a los acantilados de Dyrhólaey. Nuestro skoda Octavia break con tracción 4x4 nos lleva hasta el faro. Los "macarrones" nos esperan al borde de los acantilados. [Todavía no me acuerdo como se llaman estos pájaros en español] ¡ Son tan simpáticos !. Paseamos por el borde hasta llegar a ver el gigantesco arco de piedra. Majestuoso. De nuevo algo impresionante.
Retomas nuestro camino. Nos cruzamos con la pareja de ciclo-turistas una vez más. Las niñas se duermen en el corto trayecto a la playa de Rynishverfi. Diana se despierta al aparcar. Sorana y yo con Diana a la espalda vemos unas esplendidas columnas de basalto mientras Tania duerme apaciblemente en el coche.
En un instante llegamos a Vik, nuestro destino de la jornada. Guesthouse Ársalir. Habitación bien. Señora poco simpática, más bien fría y antipática. Los islandeses antipáticos existen. Chapuzón en la piscina local calentita. Comida en el ambiente poco agradable de la guesthouse.
[Otro día de buen tiempo. Esto no es nada nada normal]
[Otro día de buen tiempo. Esto no es nada nada normal]
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