
Dejamos nuestra confortable cabaña, Rjúpnavellir hacia Landmannalaugar. Los paisajes que vemos desfilar en nuestro camino se encuentran entre los más bonitos e impresionantes que jamás he visto. Se mezclan infinidad de montañas y cráteres con colores que van del negro al verde fosforescente con llanuras de lava, cenizas, lagos y ríos, todo ello iluminado intermitente por un sol que pasa de vez en cuando entre las nubes y se oculta.

Tengo la impresión que juega con nosotros mostrándonos a su gusto un cráter, una colada de lava, un lago, una ladera fosforescente por la hierba/musgo.
Es alucinante. Cada pocos metros el paisaje cambia. Es maravilloso. Pasamos junto a un crater pequeñito. Un cráter de bolsillo con su sombrero verde. Le propongo a Tania que lo pongamos en nuestro jardín. Debe de tener 1oo metros de diámetro a la base del cono. Tania está de acuerdo.

Llegamos a Landmanalaugar. Debe ser aquí donde se fabrican los arco-iris. Es como una tormenta de colores que se hubiera quedado congelada pero que el sol sigue haciendo cambiar a cada instante.

Hacemos un circuito a pie: Laugahingur + Brennisteinsalda (nombre aproximado). Se supone que debe durar unas 2:30h pero Tania va lenta al principio cogiendo piedras y más piedras. Atravesamos una colada de lava negra cristalizada. Me pregunto si será oxidiana. Luego una planicie rodeada de laderas multicolores y a su vez cubierta con una graba donde las piedras adoptan todos los colores del arco-iris.

Sobre las laderas se ven de vez en cuando antiguas chimeneas volcánicas que sobresalen como enormes dedos de piedra apuntando hacía el cielo y que hacen pensar en troles petrificados que nos vigilan desde su montaña.

Nos llueve (por primera vez aunque ya llovió por la noche) cuando subimos al punto culminante de la excursión Brennisteinsalda. El comienzo de la bajada lo hacemos también bajo la lluvia pero al cabo de treinta minutos la lluvia cesa. Por suerte tenemos muy buenas ropas que nos protejen y nos hacen pasar esta media hora con tranquilidad y avanzando.

Rakel se encarga muy bien de Tania en la parte más dura de la subida y en buena parte de la bajada teniéndola de la mano y haciéndola hablar todo el rato. Incluso subiendo Tania encuentra fuerzas para hablar y darle un curso de francés acelerado a Rakel.

Al final volvemos a salir a un gran llanura entre montañas atravesando una pequeña garganta de piedra intensamente verde. Se llama Graenagil/Granagil "la garganta verde" en islandés.
Terminamos nuestra excursión en el punto de partida. Tenemos hambre. Buscamos un sitio tranquilo y preparamos nuestro picnic. Las vistas que tenemos mientras comemos son de lo más bonito que jamás he visto.
Después de comer nos vamos a bañar en el río Laugar que es algo único. ¡Un río que es naturalmente caliente! Hay aquí tantas fuentes termales alimentando al río que el agua debe estar a 30 grados en mitad del río y seguro que te quemas si te acercas a las zonas de la orilla por donde entra el agua de las fuentes calientes.

Tania disfruta enormemente. Diana grita de alegría dentro del río y llora al sacarla. Es surrealista estar aquí bañándose en un río de aguas calientes en un marco completamente natural con unos paisajes tan especiales como Landmannalaugar alrededor. Llueve un poco mientras estamos calentitos en el agua. El sol vuelve a salir cuando nosotros salimos del agua. ¡Es hilarante!
Volvemos al refugio y nos comemos un enorme pedazo de salmón islandés con patatitas raquíticas islandesas.
Un día excelente. Media hora de lluvia, sol y nubes. Sin viento.
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