
Nos despertamos tarde como no podía ser después de nuestra escapada nocturna. Recogemos todo y nos preparamos para salir mientras Tania continua a jugar incansable con sus nuevos amigos islandeses. Charlo un poco con el padre y con el guarda del refugio. Conduce un Toyota Helix modificado con ruedas sobre dimensionadas. Rojo, nuevo, brillante e impresionante. Me cuenta que salió con sus hijos desde muy lejos, imposible de retener el nombre, y que habían previsto volver el sábado pasado pero se lo están pasando tan bien en su travesía que han demorado la vuelta hasta hoy miércoles. Hoy llevan el mismo camino que nosotros de vuelta a Reykjavik.

Antes de montarnos en el coche, Tania se despide de ellos y les pide que le escriban sus nombres en su cuaderno de viaje. Subimos al vehículo junto con Rakel sabiendo que es nuestra última jornada en las tierras interiores con la satisfacción de haber visto cosas maravillosas y con la tristeza de saber que Rakel nos dejará esta misma noche.
¡Pero todavía tenemos un día para disfrutar en la zona y no lo vamos a desperdiciar!

Los primeros kilómetros son de vuelta sobre nuestros pasos hacia la llanura de Molifellssandur.
Aquí nos espera de nuevo imponente y solitario Molifell con el casquete glaciar de myrdalsjökull como telón de fondo bajo el que Katla duerme desde 1918 y mientras la gente espera la, en teoría inminente erupcion (una cada entre 50 y 80 años).
Diana y Tania duermen apaciblemente mientras continuamos dando la vuelta al casquete. El viento sopla muy fuerte. Una impresionante nube de polvo y cenizas volcánicas se ha levantado ocultando todo, cielo, suelo, horizonte. Por momentos no vemos más de un metro delante de nuestro parabrisas y Rakel conduce extremadamente despacio temiéndose encontrar con alguno de los raros pero no imposibles ciclo-turistas que osando adentrarse por estos aquí.

Media hora mas tarde la tormenta de arena continua pero ha aflojado en intensidad. Frente a nosotros se levanta otra nube de polvo densa pero más pequeña. De repente vemos acercarse un grupo de jinetes montados en esos fascinantes caballos islandeses. Sus ropas están cubiertas de una gruesa capa de polvo negro y la cara negra de un barro mezcla de sudor y ceniza. Parecen salidos de una mina de carbón. Rakel para el coche y el primer jinete se acerca. Un pañuelo le cubre la cara para protegerle más mal que bien del polvo. Se lo baja por de debajo de sus labios para hablar con nosotros dirigiéndose in inglés nos dice que viene un grupo de más de noventa caballos. Eso nos hace comprender el origen de la densas nube de polvo. Esperamos

sin movernos del sitio el paso de todos los caballos. Son muy hermosos. Multicolores, todos diferentes. La imagen es un poco surrealista porque el jinete es asiático. Tiene pinta de mongol y por un instante nos creemos transportados a Asia Central (sino fuera por el ridículo casco que cubre su cabeza).

Seguimos nuestro camino. Vemos un Trol bebiendo agua del río y avanzamos hasta el primer "puente" en mucho tiempo. Paramos a estirar las piernas y observar con detenimiento los galciares y la llanura que estamos a punto de dejar.
De vuelta al coche Tania se ha puesto a dormir en su saco en la banqueta de atrás. Es increíble como los niños se pueden relajar incluso con el traqueteo de los baches sobre las pistas. Unos minutos más tarde Sorana me sorprende yendo a dormir y toma el relevo de Tania en la banqueta de atrás. Se ve que está exhausta después de una noche muy corta.

Llegamos a la garganta de Markarfljótsgljufur (chúpate ese nombre) de nuevo con vistas que cortan la respiración. Diana y Tania duermen mientras nosotros disfrutamos. Vemos algunas flores exóticas: plantas carnívoras muy similares a las de Sierra Nevada pero con flores violetas en lugar de blancas además de un par de tipos de orquídeas. Desde aquí divisamos en el horizonte un paso entre dos de los casquetes glaciares: Myrdalsjökull y Eyjafjallajökull.

Seguimos nuestro camino. Paramos al darnos cuenta que el inconfundible 4x4 rojo de los amiguitos de Tania aparece detrás nuestro. Nos ponemos de acuerdo con ellos para parar juntos para el picnic del almuerzo. Los niños están encantados. El lugar convenido es un refugio para gente que hace excursiones a caballo. Hay un grupo de caballos en un cercado. Son como todos los caballos islandeses: multicolores. Les damos a los niños todo el pan viejo que tenemos y van tranquilamente a darles de comer. Los niños continúan a divertirse sin parar. Hemos aparcado los vehículos de manera a protegernos del viento.

Acabado el picnic Tania sube al coche con sus amigos y vamos en caravana durante una parte del trayecto. Duerme y vuelve con nosotros al despertarse. Seguimos descendiendo el valle hacia la civilización viendo descender a nuestra izquierda sucesivas lenguas glaciares del casquete Eyjafjallajökull.
Nuestra pista se convierte una pequeña carretera asfaltada anunciándonos que pronto llegará el final de nuestro periplo por las tierras altas. No nos da tiempo a pensar sobre esto porque una serie de cascadas se sucede a nuestra derecha. Rakel aprovecha el sitio para parar el vehículo e inflar las ruedas sirviéndose del compresor integrado en el propio vehículo.
Seguimos en caravana hasta llegar a la carretera N1 ya paramos en una enorme tienda de souvenirs. Rakel está empeñada en encontrar cual de los catorce Papás Noel es el falso. No hay suerte en la tienda pero aprovechamos la ocasión para comernos un helado al estilo de aquí. Ha llegado el momento de despedirnos, esta vez definitivamente, de la familia de los amigos de Tania. Pronto estaremos en Reykjavik.
Al llegar a la ciudad Rakel nos acerca a una tienda en con el objetivo de resolver el enigma de los Papás Noel. Aquí encontramos un libro donde se describen uno por uno así como la trol madre de los trece y su maligno gato. El libro está en inglés así que lo compramos. Todos estamos contentos. Va a ser un buen recuerdo para todos y en especial para Tania. De aquí a Chez Monique, nuestra guesthouse por una noche.
Descargamos el equipaje. Rakel nos da una buena parte de la comida. Nos da una buena cantidad de consejos. Le "compramos" a modo de propina el mapa de nuestra aventura de seis días con ella y quedamos en llamarnos así con en posiblemente vernos a nuestra vuelta a Reykjavik después de nuestro periplo de dos semanas en solitario que comienza ahora.
La despedida es muy emotiva. Tania ha invitado a Rakel a venir a vernos a Francia y nosotros hemos confirmado la invitación. Estamos muy contentos con el trabajo y el buen hacer de Rakel así como con el trayecto que la agencia a preparado para nosotros.
Nos acostamos tarde otra vez con sentimientos de tristeza, satisfacción y con la excitación de ver como se van a pasar las dos semanas que nos quedan en solitario.
[Increíble, seis días de buen tiempo]
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