
La noche se pasó muy bien con Diana durmiendo en el refugio sin molestar. Después del desayuno cargamos con nuestro equipaje hacia el lago Langisjór. Paseamos a su orilla. Rakel no había estado aquí. Nos vestimos bien porque, aunque hace bueno, el viento sopla.

De vuelta hacia el coche conducimos sobre paisajes impresionantes y solitarios hacia la cima Breidbakur con unas vistas impresionantes sobre los cuatro grandes casquetes glaciares de Islandia y en especial el Vatnajökull que es tan grande como la isla de Córcega. Es alucinante. Comemos sobre la cima protegidos del viento por nuestro inmenso 4x4. Todo esto es nuevo también para Rakel.

Después de comer retomamos nuestro camino. Rakel nos cuenta la leyenda del nacimiento de los elfos mientras conducimos dentro de un valle los pies en el agua. Tania hace una siesta en una banqueta de atrás dentro de su saco de dormir de plumón mientras avanzamos.

Después de mucho avanzar llegamos a caminos más concurridos. O sea, a pistas bien marcadas. La impresionante falla de Eldgja aparece ante nosotros. Caminamos dentro de ella hasta llegar a la cascada Ófarufoss. Poco después llegamos a nuestro campamento para la noche: Hólaskjól.
Dormimos en una pequeña cabaña solo para nosotros cuatro y Rakel. Tiene cocina. Es un lujo teniendo en cuenta que lo normal es dormir al lado en el refugio compartiendo el gran dormitorio durmiendo como sardinas. ¡Vaya lujo! Comemos chuletas de cordero islandesas. ¡Están buenísimas!.

Después de un poco de lectura de Harry Potter para Tania, todos duermen. No hay electricidad en la cabañita así que me pongo a escribir este diario a la luz de una vela. A media noche más o menos, bajo la claridad de la noche del norte, me calzo las botas y me abrigo un poco. Me interno en la claridad de la noche islandesa.

El reloj marca las 12:15. Cinco minutos más tarde estoy frente a la cascada. La noche es un poco gris pero las nubes están muy altas y se ve hasta el horizonte. El refugio está al borde de un río de lava que paró en una planicie tomada por un gran río serpenteante de esos que se ven en Islandia. Las formas que toma la lava son muy sugerentes. Troles, elfos y muchas criaturas fantásticas surgen por todas partes. Puedo comprender fácilmente porque hay tantas leyendas e historias de criaturas fantásticas en Islandia. Una atmósfera digna de película fantástica llena de magia me envuelve.

Se me ponen los pelos de punta al escuchar el ruido de la cascada con esa ingente cantidad de agua precipitándose al vacío en un infierno de espuma blanca y más tarde el sonido del viento que se infiltra entre las formas de lava que me envuelven. Llego a un lugar un poco más alto donde puedo ver un poco a mi alrededor. Me doy cuenta de que estoy andando sobre una estrecha colada de lava encajonada en un valle muy angosto. A mi lado izquierdo, el rió a excavado un paso nuevo.

Allí está la cascada "la pequeña Gullföss" [Rakel no sabe como se llama]. La vista de la estrecha colada me recuerda a un glaciar o a una serpiente que se desliza entre las montañas. Sigo remontando el valle la lava curva noventa grados a la izquierda. Aquí tengo una vista muy bonita del río como unas gradas frente a mi. A la izquierda se ve el cañón que le río a abierto entre la lava y el flanco de la montaña.

Retomo mi camino y sigo subiendo. Primero a la derecha de la lava y después remonto hasta la cima de la colada. Desde aquí la vista es sorprendente otra vez. Puedo ver como la colada curva a la derecha y remonta el valle varios kilómetros hasta que ya no veo de donde viene entre las montañas que se elevan delante de mi en la lejanía.

De pronto, al girar alrededor de un gran bloque de lava, surgen ante mi la típica familia de ovejas islandesas. Una madre con sus dos rollizos borregos están tendidos sobre el musgo al abrigo de unas rocas durmiendo un apacible sueño que desgraciadamente interrumpo. Esto marca el fin de mi camino. Doy medial vuelta y desciendo la colada, esta vez con la fría brisa del norte sobre mi cara en compañía de troles, elfos y otros compañeros de la clara noche.
Me acuesto sin hacer ruido y en un instante estoy profundamente dormido.

[Otro día sin lluvia]

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